Sin duda, ha sido una de las herramientas más útiles que hemos adquirido durante nuestra formación. Siempre hemos ido estudiando, según los casos que no mejoraban, en busca de respuesta para ellos y en una parte del camino, conseguimos buenas herramientas manuales para intervenir en el campo estructural o físico pero sin duda, había pacientes en los que su patología respondía a un bloqueo a otro nivel – bioquímico o emocional – que muchas veces atascaba el proceso o una vez que mejoraba, hacía que volviese atrás puesto que el problema seguía ahí.

Esta especialidad que explica los sincronismos entre el sistema inmune, digestivo, endocrino, inmunitario y nervioso permite darnos la capacidad de explicar al paciente como ha ido enfermando y dar una relación entre todo su problema de salud. El hecho de ver que muchas veces no tienen muchos problemas sino uno en el que está todo relacionado, les da calma a nivel central, lo que ya de primeras ayuda en la recuperación y por otro lado, les hace más participes en su proceso de recuperación.

Con la ayuda de una correcta alimentación se rebajan los niveles de inflamación basal del cuerpo, dando energía, el paciente se encuentra mejor (la mayoría de las patologías cursan con déficit de energía).

Apoyamos estos procesos de cambio enseñándoles recursos que siempre fueron una recompensa natural para el ser humano: sol, contacto físico, motivación, ejercicio físico, etc. ayudándonos, en ocasiones, con terapia ortomolecular y fitoterapia.